Y, de repente, llegaste a mi vida como un ángel caído del cielo, para prestarme tus alas cuando las mías habían olvidado cómo volar. Llegaste a mi vida, para compartir miles de risas y secar otras tantas lágrimas, para compartir mis ilusiones e iluminar mis días más oscuros...
Hoy quiero darte las gracias. Gracias por ser mi confidente, gracias por dar tanto sin pedir nada a cambio. Simplemente, gracias por existir!
Ojalá siempre...
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