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lunes, 8 de agosto de 2011

Y entonces volvió a aparecer en mi vida, creando una enorme tormenta en mi mundo. Es cierto, yo lo busqué, lo busqué noche tras noche desde aquel mes de mayo. Su ausencia me hacía sentir vacía y dolida. Entonces decidí, un año después de aquella noche en la que nos conocimos, mandar un mensaje. Y sí, a los pocos minutos mi teléfono sonaba, mis manos temblaban mientras escuchaba su voz de nuevo, mientras me pedía que saliera fuera y nos vieramos. En ese momento volvió a dibujar una enorme sonrisa en mi rostro, y sin más pensarlo salí y desaparecí con él para una larga conversación. Inevitablemente volví a caer, otra vez más. Pero esta vez con las ideas sensatas y claras. Lo había extrañado tanto y en ese momento me hizo sentir a tres metros sobre el cielo, como si hubiese curado mis meses de lágrimas y tristeza sin él.

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