Gracias por existir.

No se exactamente cuando empezó todo, pero se que desde aquel verano las cosas nunca volvieron a ser iguales. Aquel verano en el que me ayudaste a ver las cosas de otra manera, a vivir mis 18 años de la forma más increible posible, a disfrutar de cada momento y a divertirme sin parar. Sí, desde aquel verano te convertiste en una de las personas más importantes para mí, una de las pocas personas que considero realmente mi amigo a día de hoy.
Gracias por compartir tantos momentos conmigo, risas, fiestas, borracheras, nuestro juego... y tantas cosas más. Pero sobre todo, gracias por estar allí cuando más te necesito, gracias por abrazarme cuando me siento a llorar en tu cama durante horas, gracias por llamarme cuando estoy mal, gracias por obligarme a salir y llevarme a cambiarme las ideas. Simplemente, Gracias por existir!