Y otra noche a su lado le hace perder la razón, su necesidad de verle aumenta conforme pasan los días y su mayor alegría es cuando al fin lo ve entrar por la puerta, y él rápidamente se acerca a ella, la abraza y la besa. Su carita se ilumina, se dibuja una tierna sonrisa y con sólo una mirada es capaz de transmitirle mil y una emociones.
Cuando se tumban, abrazados, comparten momentos increibles, mimos, caricias, besos, risas... Todo es tan perfecto mientras está con él, pero muy dentro de ella hay unas dudas, un miedo, entonces decide compartirlo con él, siente una gran necesidad de que la reconforte, y él lo hace... Es entonces cuando ella siente que no existe nada a su alrededor, pierde la noción del tiempo, de la gente, imagina que sólo existen ellos dos, y eso es mejor que nada.
Y así, como un relámpago, pasa el tiempo y llega el momento de marcharse, ella no quiere, le duele, pero debe hacerlo. Se levanta de la cama, deseando que llegue rápidamente el fin de semana siguiente para volver a estar entre sus brazos, le besa, y se marcha...
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